¿Para qué sirve una biblioteca de psicoanálisis?
Entrevista de Françoise Coblence (RFP) a Cécile Marcoux, conservadora de la Biblioteca Sigmund Freud (BSF)
RFP : ¿Para qué sirve una biblioteca de psicoanálisis hoy en día?
Desde su creación en 1934 – al mismo tiempo que el Instituto de psicoanálisis – por Marie Bonaparte, la Biblioteca Sigmund Freud ha tenido siempre la misma misión: ayudar a los futuros analistas a adquirir los conocimientos necesarios para su formación, procurándoles un fácil acceso a todos los documentos (libros, revistas, conferencias) disponibles. Dicha misión fundamental de formación y transmisión de saberes, lógicamente ha evolucionado con el paso del tiempo y las nuevas tecnologías.
RFP: ¿Dónde está la BSF?
Se ha mudado muchas veces… En 1934, la biblioteca estaba en los locales de la asociación, en el Bulevar Saint-Germain 137, en el distrito VI, y la sala también servía para cursos y reuniones: había algunos libros prolijamente ordenados en un armario, la mayoría donados por los autores. De aquella biblioteca, no sabemos prácticamente nada ya que ningún archivo sobrevivió a la guerra. En mayo o abril de 1940, el Instituto cerró y la biblioteca desapareció sin que se sepa exactamente lo que pasó. Los únicos rastros de los que disponemos son algunos libros sellados: “Biblioteca del Instituto de Psicoanálisis, Bd St Germain 137, París VI” entre el conjunto de ejemplares de la biblioteca actual, pero también he hallado algunos en la biblioteca Henry Ey de L'Hôpital Sainte Anne y otros circulan en librerías de viejo o en subastas…
Luego de la guerra, la asociación se reforma gradualmente, un nuevo Instituto de psicoanálisis con biblioteca es creado en 1954, en la calle Saint-Jacques 187, París V. Administrativamente dependiente del Instituto, la biblioteca sigue acogiendo exclusivamente a los analistas en formación y a miembros de la asociación. Está ubicada en una gran sala del primer piso. A partir de los años 90, lo exiguo de los locales (los libros se acumulaban desde el sótano hasta la buhardilla) y el doble uso de la sala como biblioteca, para las reuniones y seminarios de formación llevan a la SPP a considerar la compra de un local consagrado a la biblioteca. Esto se produce en 1996 y la biblioteca se instala en la calle Vauquelin, París V: gran sala de lectura, estanterías de madera que se extienden ampliamente, escritorios para los bibliotecarios, la biblioteca Sigmund Freud (así denominada) puede estar contenta y crecer.
En 2016, nueva mudanza, y esta vez se reagrupa con otros servicios de la SPP en la calle Daviel 21, París XIII. Dispone de una gran sala de lectura con aforo para 18 personas y alrededor de 8000 libros en acceso directo, una importante reserva que dispone de normas de temperatura idónea para la conservación del papel.
RFP: ¿Qué podemos encontrar? Por supuesto, libros ¿Pero que más?
De los doscientos o trescientos libros que teníamos en 1934, la BSF ha pasado a cerca de 50 000 documentos en papel en varios idiomas (alemán, inglés, español, italiano y portugués). El catálogo en fichas se ha transformado en una base de datos informatizada, y cuenta hoy en día con alrededor de 150 000 referencias accesibles en línea (https://bsf.spp.asso.fr). Ya no propone únicamente documentos en papel sino también se brinda un acceso digital a las dos principales bases de datos en psicoanálisis, Cairn y Pepweb y también numerosos textos digitalizados. Además constituye un instrumento altamente adaptado para todas las investigaciones bibliográficas por autores, palabras claves, títulos, editores, etc.
RFP: ¿Cuáles son las funciones de la BSF?
Ante todo, apertura a los lectores: La BSF está abierta a todo tipo de público: ya no solo se dirige a miembros o alumnos del Instituto sino también a todos los investigadores, docentes, traductores, estudiantes, psiquiatras, psicólogos y por supuesto psicoanalistas. Su proyección se extiende más allá de las fronteras hexagonales y concretamente a países francófonos (Bélgica, Suiza, Canadá) y también a otros países europeos, a Sudamérica, a los Estados Unidos y Japón. Acuerdos de utilización han visto la luz con otras sociedades psicoanalíticas francesas como la APF (Asociación psicoanalítica de Francia), la SPRF (Sociedad psicoanalítica de investigación y formación) y con el Grupo IV. El catálogo en línea también agrupa los fondos de las dos bibliotecas regionales de la SPP, Lyon y Toulouse y los fondos de la biblioteca Francis Pasche de Saint-Etienne.
Ahora bien, la BSF también tiene más funciones que la de acoger a los lectores. Desde principios del 2000, hemos asumido una misión de conservación en colaboración con la BnF. La princesa Marie Bonaparte, alumna de Sigmund Freud y miembro fundadora de la Sociedad psicoanalítica de París en 1926, dejó legado tras su muerte, en 1962, la biblioteca psicoanalítica personal a la SPP, algo más de 1300 documentos. Esta colección patrimonial es excepcional por su contenido y la calidad de los ejemplares: la mayoría con la dedicatoria de su autor (S. Freud, Ferenczi, Rank...), y las anotaciones de Marie Bonaparte. El fondo particular ha sido claramente identificado y se está restaurando con el auspicio del ministerio de Cultura. A lo largo de los años, demás legados han enriquecido la biblioteca y constituyen en la actualidad una fuente confiable e importante de la historia del psicoanálisis, como por ejemplo últimamente, el legado de la biblioteca de Alain Mijolla. Otro aspecto del trabajo de conservación, atañe a lo que llamamos en nuestra jerga, “literatura gris”, o sea todas las publicaciones internas, boletines, todo lo publicado al margen de los circuitos comerciales de la edición y difusión y que son altamente preciosos para la historia de las sociedades de psicoanálisis.
RFP: En la era internet y digital ¿Cuál es el futuro de la BSF?
La biblioteca constituye un sitio de referencia y de investigación ineludible para la transmisión del pensamiento psicoanalítico. Es este rol que quiere seguir desarrollando, dando vida a la primera red europea de bibliotecas de psicoanálisis. Compartir, intercambiar, difundir, acceder, han estado siempre en el centro de las misiones bibliotecarias. La era todo digital, lejos de situar a las bibliotecas en un pasado anacrónico, las inscribe en cambio en el corazón del sistema.
Compartir, intercambiar, difundir, acceder, han estado siempre en el centro de las misiones bibliotecarias. La era todo digital, lejos de situar a las bibliotecas en un pasado anacrónico, las inscribe en cambio en el corazón del sistema.
En tiempos de todo “pasa por clicar” en la búsqueda “googelizada”, caravanas de informaciones ininterrumpidas en la que todo y lo contrario se difunde sin “ton ni son”, las “fake news”, se hace imprescindible mantener con vida lugares ácronos, en los que haya aún tiempo para la reflexión, para aprender, analizar, verificar, criticar. El rol del bibliotecario se asemeja al del “fontanero”[1], quél que irriga y orienta flujos de informaciones en las redes.
[1] Expresión de Denis Varloot (1983) evocada por Anne-Marie Bertrand in Les bibliothèques, Puf, 2011 (Que sais-je).