Résumé :
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Partiendo de las huellas indelebles de las teorías freudianas en la práctica psicoanalítica de nuestro tiempo, en los trabajos presentados en este nuevo libro, en el que intervenimos muchos autores, podemos reconocer que el psicoanálisis no está sólo en lo que el relato alcance a decir explícitamente al respecto. No sólo se habla del inconsciente, sino que es además oportunidad para que éste se exprese con el propio registro de quien escribe y quizás también de quien lee. Una teoría es psicoanalítica porque habla del y al inconsciente. La escritura es uno de los caldos de cultivo donde crecen las colonias del inconsciente. Sabemos que el cultivo mayor es la palabra hablada, en la que es más fácil constatar la irrupción del fallido. En la fluidez del hablar irrumpe el inconsciente en el tren del discurso. En la mayor lentificación del escribir, más allá de aislados lapsus calami, el inconsciente tomará, más silenciosamente, por asalto, la escritura. Es la relectura, como espacio externalizado a sí mismo, que suele develar esta acción. Con la escritura nos ubicamos en las proximidades de esos estados de conciencia propios de la inspiración, la intuición, tal vez también en la cercanía de los sueños, que atraviesan los climas brumosos de la preconciencia-conciencia, los de la meditación y la cavilación haciéndose pensamiento reflexivo. Nos estamos dirigiendo a un interlocutor, porque el pensamiento hablado y después escrito tiene siempre como referencia al otro, al lector.
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